"La razón por la que un niño actúa de manera grosera o causa daño es siempre inocente. Algunas veces es juguetón y de espíritu libre, y otras veces, cuando agrede o se enoja, está infeliz o confundido. Mientras más irracional el comportamiento, para él hay más angustia y necesidad de tu amor y comprensión. En otras palabras, no hay tal cosa como "mal comportamiento" en los niños. Por el contrario, hay un pequeño que está haciendo lo mejor que puede y al cual no entendemos." - Naomi Aldort
Mi respuesta es que los niños aprenden lo que viven. La manera más efectiva de enseñarlos es tratarlos de la manera que nosotros queremos que ellos traten a otros: con compasión y empatía. Cuando golpeamos, castigamos o gritamos, los niños aprenden a actuar de forma agresiva.
Incluso los "tiempos fuera" -un abandono simbólico- transmiten a los menores el mensaje que se enfrentan solos a sus grandes e intimidantes sentimientos justo cuando más nos necesitan, en lugar de ser una oportunidad para aprender cómo manejar sus emociones (pero soy una gran fan de los "tiempos dentro", en los cuales alejamos al niño de la situación y nos sentamos junto a el para ayudarlo a procesar los sentimientos que le causaron actuar de tal modo).
Eso no quiere decir que renegamos de nuestra responsabilidad de guiar a nuestros hijos poniéndoles límites: No correr en la calle, no golpear al bebé, no orinarse en la alfombra, no arrancar los tulipanes del vecino, no lastimar al perro. Pero estos son límites, no castigos.
¿Te preguntas cómo aprenderá tu hijo a no hacer estas cosas la próxima vez si no lo "disciplinas" cuando las hace? Entonces asumes que necesitamos castigar a los niños para "enseñarles una lección".
En realidad, estudios demuestran que los castigos aumentan las malas conductas. Ser castigados enoja a los niños y los pone a la defensiva. Provoca que se libere adrenalina y otras "hormonas de pelea", y apaga el racionamiento y los impulsos cooperativos. Los niños olvidan rápido el mal comportamiento que los llevó a ser castigados, incluso mientras procesan el impacto emocional de la sanción por semanas. Si aprenden algo, es a mentir y evitar ser atrapados. El castigo nos desconecta de nuestros hijos, así que tenemos menos influencia en ellos. Incluso baja el coeficiente intelectual ya que los niños que no se sienten completamente seguros y a salvo no tienen libertad para aprender. Es simple: el castigo nunca es la ruta para criar hijos responsables, considerados y felices. Enseña todas las lecciones incorrectas.
Si, en cambio, podemos mantenernos amables y conectados mientras fijamos los límites, nuestros hijos interiorizarán lo que viven. Al no resistirse a nuestra guía, se sentirán conectados y se darán cuenta de su impacto en los demás por lo que serán considerados y responsables. Porque tienen padres que demuestran autoregulación emocional, aprenderán a manejar sus propias emociones y, por consiguiente, su comportamiento. Porque han sido aceptados tal y como son, estarán conscientes de su propio temperamento y estarán motivados a explorarlo.
Entonces ¿qué podemos hacer para guiar a nuestros hijos sin disciplina?
Foto: Silvia Boratti |
2. Honra los sentimientos. Cuando tu hijo está atrapado por la adrenalina u otras hormonas de pelea, no puede aprender. En lugar de adoctrinar, haz un "tiempo dentro" en el que estés con él y lo dejes desahogarse. Tu objetivo es proveer un ambiente de sostén y calma. Expresar las emociones con un adulto empático, atento y protector es lo que ayuda a los niños a fluir por esos sentimientos y aprender a calmarse solos para poder regular sus emociones en un futuro. No trates de razonar con él mientras atraviesa su tormenta emocional. Al final, se sentirá mucho mejor y más cercano a ti y estará abierto a tu guía sobre por qué no decimos "¡Cállate!" (porque nos lastima) o no mentimos (porque mentir corta las cuerdas invisibles que conectan nuestros corazones).
3. Recuerda cómo aprenden los niños. Considera el ejemplo de cepillarse los dientes. Empiezas cuando es un bebé, cepillándote tus propios dientes, haciendo cosas graciosas para él. Gradualmente le das más responsabilidad y eventualmente estará haciéndolo por sí mismo. El mismo principio aplica para aprender a decir "Gracias", tomar turnos, recordar sus pertenencias, alimentar a su mascota, hacer la tarea y casi todo lo que puedas pensar. En parte, las rutinas ayudan porque le dan el "andamiaje" para aprender habilidades básicas, tal como un andamio le da la estructura a un edificio en construcción. Tal vez te moleste que olvide su suéter una vez más pero gritar no le ayudará, recuérdalo, el "andamiaje" sí.
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querer ser mejor. Recuerda que los niños se comportan mal cuando se sienten mal sobre sí mismos y desconectados de nosotros.
Ponte a su nivel y míralo a los ojos: "Estás enojado... Dime qué necesitas con palabras, no mordiendo."
Levántalo: "Desearías poder jugar un rato más... es hora de ir a la cama."
Haz contacto visual amoroso: "Estás tan disgustado en este momento."
Pon tu mano en su hombro: "Temes decirme sobre la galleta."
5. Establece límites pero hazlo con empatía. Claro que necesitas insistir en ciertas reglas pero también puedes tomar en cuenta su punto de vista. Cuando los niños se sienten comprendidos, aceptan mejor nuestros límites.
"¡No morder! Estás muy enojado y afligido pero necesitas decírselo a tu hermano con palabras."
"Es hora de dormir ahora. Sé que te gustaría jugar más tiempo."
"No quieres que mamá diga no, te escuché... y la respuesta es no. Nosotros no nos decimos 'Cállate', incluso cuando estamos tristes o enojados."
"No importa qué tan nervioso estés, necesitas decirme la verdad."
6. Recuerda que todo "berrinche" es una expresión, mal comunicada, de una necesidad legítima. Tiene una razón incluso cuando no creas que es una buena. ¿Su comportamiento es terrible? Debe sentirse terrible por dentro. ¿Necesita dormir más? ¿Más tiempo contigo? ¿Más tiempo libre? ¿Más chance de llorar y liberar esas emociones tristes que todos acumulamos? Reconoce la necesidad escondida y eliminarás el berrinche.
Foto: tomada de Internet |
8. Mantén un tiempo especial, todos los días. Apaga el celular, la computadora y dile a tu hijo "Ok, soy toda tuya por los próximos 20 minutos ¿qué hacemos?", síguele la corriente. El mundo está lleno de humillaciones para los niños, así que por esos 20 minutos sé un completo tonto y déjalo ganar. Reírse libera miedos y ansiedad contenida, así que asegúrate de jugar, reír y ser chusco. Tengan una pelea de almohadas, hagan luchitas, acurrúquense. Déjalo decirte lo que cruza por su mente, déjalo soltarse o llorar. Acepta esas emociones. Mantente 100% presente. Los niños que saben que cuentan todos los días con un momento especial con sus papás prosperan porque tienen la confianza suficiente de expresar todo su rango de emociones y QUIEREN portarse bien.
9. Perdónate. No puedes ser un padre inspirador si te sientes mal sobre ti, así como no puede tu hijo comportarse "bien" si se siente mal sobre sí mismo. Siempre puedes reparar la relación. Empieza hoy.
10. Cuando todo lo anterior falle, date un gran abrazo. Luego dale a tu hijo un gran abrazo. Los vínculos triunfan por sobre todo lo demás en la crianza.
¿No lo crees? Inténtalo esta semana y mira qué clase de milagros puedes lograr.
Texto original: "10 Ways to Guide Children Without Punishment"
Traducción: L.C.C. Lizi Castillo
Lizi, mejor explicado no puede estar. Es sencillo, ameno y objetivo. Te felicito pues me encanta la forma en la que redactas tus artículos.
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